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Pierre Bourdieu y Herbert Marcuse, la relación de la sociología y el derecho de consumo

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Resumen

El presente trabajo busca, por medio de la explicación del comportamiento de las personas, desarrollar la relación social del consumo con el régimen normativo consumeril desde el diálogo del derecho con otras ciencias sociales, en especial la sociología. Se describen las características de las acciones llevadas adelante para posicionarse en los ámbitos de nuestros grupos sociales que, tratando de reproducir los recursos con los que se cuenta, pueden ser arrojados al sobreendeudamiento, lo que justifica la existencia del régimen de protección de los consumidores y usuarios. 

1.- El derecho interrelacionado con otras disciplinas, introducción

En nuestra época, es imposible encarar el estudio de las normas, y en especial del sistema consumeril, en forma independiente de otras disciplinas que especialmente estudian el comportamiento de las personas.

Comprender y ampliar el entendimiento de aplicación de ellas con la ayuda de otras disciplinas (y en especial de la sociología) implica intentar modificar la visión del operador jurídico. En un principio, al encarar esta tarea, podremos sentir que salimos de nuestra zona de confort, donde lo explicado resulta de fácil internalización y seguido encontramos pasando a un ámbito desconocido, pero no imposible de asimilar.

Es posible que la mayoría de nosotros hayamos tomado contacto con la sociología por medio de autores como Zyigmun Bauman1 al introducirnos en su concepto de liquidez y al leer su prolífica obra. Bien son explicadas las ideas de este autor por Federico Álvarez Larrondo2 en su Manual de Derecho del Consumo. El ser humano es hoy cualificado por los bienes que consume. Se deja de lado su anterior evaluación o ubicación en la sociedad por su posición en el mundo de la producción característica del mundo de postguerra. Esta modificación de la percepción de las personas ha impactado en el sistema jurídico social. 

Ahora bien, en esta pequeña introducción a la explicación de la relación entre la sociología con el consumo de bienes y servicios, tomaremos uno de los trabajos de Pierre Bourdieu3, quien explica esta dinámica desde una óptica totalmente distinta a Baumann en lo que hace al posicionamiento de las personas en la sociedad. 

Establece la existencia de un habitus4 entendido de forma distinta al significado epistemológico dado por el régimen Romano y la existencia de distintos capitales (económico, social, cultural) que conforman uno global dentro de este ambiente. Estos capitales se intentan producir o reproducir constantemente con un fin, el ascenso dentro de la estructura social. Bourdieu (1979), en el final del segundo capítulo de su libro La distinción, criterio y bases sociales del gusto, utiliza el concepto de crédito con igual significado con el que es usado en el mundo jurídico, pero cuyo objeto es incrementar nuestro capital global utilizando al consumo como una herramienta.

Hebert Marcuse5, sociólogo contemporáneo de Pierre Bourdieu, en su obra El Hombre Unidimensional, nos explica y desarrolla la existencia de necesidades verdaderas o falsas. También se detiene en el poder disciplinador del trabajo y trata al consumo en forma análoga. Ambos conceptos son ubicados dentro de lo que él llama la sociedad industrial moderna, que da un bosquejo de la existencia de valores mutables de la sociedad. 

En las obras de los dos autores se presenta una relación entre sus estudios sociológicos y el consumo. Y si bien la necesidad de un marco legal que regule las relaciones del consumo se hace visible en el mundo de postguerra, toma especial dinámica a fines de la década del 60 y principios de la del 70, época de publicación y mayor trascendencia de las obras de ambos investigadores.

2.- Espacio social, capital global (no entendido como acumulación del capitalismo) y sus tres elementos

Las personas —que en otras disciplinas, como el trabajo social, psicología o sociología e incluso el derecho, podemos denominar sujetos o agentes— se comportan dentro de un marco de libertad reglada propia de los autores contractualistas. Pierre Bourdieu denomina espacio social al ámbito de interrelación. Ahora los agentes no son otra cosa que consumidores y, como bien dice el Dr. Ricardo Luis Lorenzetti (2008), están representados como un grupo heterogéneo y poco cohesionado, tienen distintas lealtades de las cuales podemos decir que se encuentran disimuladas bajo una diversidad de prácticas que son homogéneas realizadas en su ámbito determinado. El grupo tiene una práctica para cada grupo social —práctica = [(habitus) (capital)] + campo— que hace que actúen unos en contra de otros con el fin de alcanzar sus objetivos y para la teoría de Bourdieu está representada por el enfrentamiento de las clases.

Para alcanzar el objetivo que tienen los miembros de una clase, se busca el incremento del capital global de cada sujeto con el fin de beneficiar a su grupo. Ahora, volviendo a la idea de capital global, este se compone de un capital académico, uno social y uno económico. El sujeto intentara incrementar (reproducir) estos capitales en forma conjunta o no, e incluso la reproducción de estos puede concretarse o no. Asimismo, se puede presentar el desclasamiento de un individuo por la pérdida de recursos, lo que haría que no pueda cumplir con las prácticas de su clase y desplazarse a la marginalidad del grupo o el ingreso a otro inferior. 

Nos explica el autor que los distintos grupos sociales tienen condiciones de existencia homogéneas, objetivadas, comunes, y con ello se construye un “habitus de clase” con sus reglas de acceso. Alcanzar estas posiciones implica que un individuo debe reunir requisitos de cada tipo de capital en los ámbitos académico, social o económico. También dentro de estos grupos los agentes pueden ser desplazados a sectores marginales al no reunir la totalidad de las propiedades exigidas, y adquieren la calificación de dominados frente a el grupo dominante de un mismo grupo al que pertenecen. 

Ahora, la ubicación de un agente dentro de una clase se da por la relación existente entre las estructuras o capitales de carácter social, cultural o económico, como ya dijimos. Y es desde esta relación que no es definida por una sola “propiedad”, que establece su posición dentro de estas. La ubicación no es estática, tiene un dinamismo. El individuo puede trasladarse en distintas posiciones, es decir, el agente no está definido por las propiedades que se mantienen estáticas en el tiempo, sino por la dinámica de reproducción de estas. El agente las utiliza para producir un movimiento o desplazamiento establecidos por disposiciones de las prácticas de la clase social. Lo que produce en definitiva un movimiento en el campo social, que se llama trayectoria.

Es así que el agente tiene una posición dentro de su clase originaria determinada por su origen social y la práctica. Esta, y conforme a su trayectoria individual, podrá desplazarlo en direcciones superiores, inferiores o mantenerlo en su inicio. Y es así como los distintos individuos pertenecientes a la misma clase pueden tener distintas trayectorias similares e incluso opuestas.

En síntesis, Pierre Bourdieu comprende el espacio en tres dimensiones definidas por el volumen de capitales sociales, académico y económico, con sus respectivas estructuras que ubican al agente dentro de la clase. Este se preocupa por mantener este volumen o intentar reproducirlo para poder desplazarse dentro de su habitus a una posición superior (dominante) y evitar ser desplazado a áreas marginales (dominado). Este desplazamiento dentro del habitus (que tiene dadas sus disposiciones a estos efectos) puede ser simétrico o asimétrico dentro de una clase. El entrecruzamiento de los distintos volúmenes de capital económico y cultural es llamado quiasma, que representa la relación entre los distintos capitales cuando se prioriza un capital sobre otro. 

El fenómeno antes descripto (quiasma) en general se caracteriza en que aquellos miembros que poseen capital económico tratarán de aumentarlo en detrimento del cultural, propio esto de los industriales (propietarios de comercios o industrias), según Bourdieu, y es inverso en aquellos que poseen un mayor capital cultural (profesionales liberales).

Ahora bien, los individuos —sea en forma conscientemente o no— tienden a conservar o reproducir sus capitales para poder mejorar su posición en la estructura de sus relaciones de clase, esto determinado por las condiciones objetivas de reproducción del grupo. Este comportamiento depende del volumen de capitales que posea, y es en donde comienza a verse en forma dinámica la trayectoria que les da a estos. Para llevar adelante esta estrategia, debe reestructurar sus capitales. Buscan un desplazamiento que sea preferentemente ascendente y así obtener, en definitiva, la modificación del capital global.

La reconversión de individuos ha llevado a la transformación de estructuras patrimoniales de diferentes fracciones de clase. Pero entendemos que en estos días hay distintas clases que lo que intentan es concentrarse en reproducir el capital económico por medio de la adquisición de bienes utilizando como herramienta el crédito, que aumenta su capacidad de compra. 

Ese afán de adquirir o ser usuario de bienes y servicios los lleva a tomar deuda para mostrar la pertenencia o el desplazamiento a una nueva clase. De esta forma, el capital económico se ve potenciado artificialmente mediante el acceso al crédito. Esto lleva a distintos agentes a un sobrendeudamiento en el afán de concretar un movimiento vertical ascendente y ocupar una nueva posición, e incluso tratar de ingresar a una nueva clase por medio del cumplimiento de normas estructurales. Ya con esta posibilidad de incrementar la capacidad económica, no interesa casi reproducir el capital académico con la obtención de titulaciones o el social con la mejora de relaciones sociales, no interesa la histéresis representada en la devaluación de las titulaciones, ni la quismia entre el capital cultural y el económico. Ya que el concepto de consumo ha llevado a que prime el segundo sobre el primero, aun a costa de contraer obligaciones impagables. La imagen ha desplazado a los elementos sociales y culturales para decir al mundo, por parte del agente, a qué habitus pertenezco sin cumplir con sus requisitos normativos o estructurales, y la imagen se materializa por medio del consumo.

Es así como la mutación del campo social permitiría el acceso de marginales a nuevos habitus, pero esto no es cierto. Lo que permite este acceso por medio de la reproducción del capital económico es la multiplicación de la capacidad de compra de un agente, a todas luces una ilusión, porque esta es la reproducción de pasivos que expulsan de su clase al sujeto al tornarse impagables los pasivos. 

Llegado el agente como nuevo a un grupo por una traslación en la estructura, los componentes más antiguos se defienden de esta histéresis económica imponiendo nuevos requisitos estructurales para generar un nuevo habitus o modificar el existente. 

El consumo, entonces, nos permite una trayectoria que busca evolucionar a nuestro caudal económico y los agentes originarios del habitus deforman la estructura alterando los requisitos de los capitales sociales y culturales de las clases para evitar esta incorporación de nuevos sujetos. 

Así pues, la toma de crédito para efectuar una trayectoria ascendente por medio del consumo puede llegar a posicionar a los agentes en una situación de imposibilidad de afrontar sus deudas trayendo consigo el cobro compulsivo de estas por los acreedores, lo que conduce a una disminución drástica de su posición social y desemboca en el desclasamiento de la posición nueva y original. Esto implica una devaluación de su capital global.

3.- Relación del sobrendeudamiento y el capital económico de Pierre Bourdieu

En los párrafos finales del segundo capítulo de su libro, Bourdieu ingresa muy someramente en el concepto de crédito y consumo como medio para obtener bienes en forma instantánea. Esto implica un cambio en la forma de trayectoria de las clases con el fin de mantener capitales, reproducirlos o incluso puede producir el desclasamiento de agentes dentro del capital global por un fenómeno propio de nuestra época, que es el consumo no racional. 

Jorge Mosset Iturraspe sostiene que estamos en un mundo consumista que está dejando de ser industrial, es decir de producción. Federico Álvarez Larrondo (2013) nos dice que para entender este fenómeno los abogados debemos dar lugar a otras disciplinas y estoy convencido de que la Sociología es la estrella en esta interacción. 

Nos dice el autor que en la sociedad industrial, anterior a la de consumo, podíamos vivir con lo indispensable, que se considera que las cosas dignas por hacer no se compraban con dinero, es decir, no se consumían como entendemos el concepto hoy en día.

La ética del trabajo establecía el diciplinamiento del obrero a las directivas de los patrones y esta daba autoridad moral al agente, según lo explicado por Zygmunt Bauman (2003) y desarrollado por Larrondo en su óptica sobre el consumo. Es así como el empleo definía la posición o habitus del agente. El trabajo ocupa la posición central de establecimiento en los niveles sociales. El concepto de la ética del trabajo hace lugar al de “espíritu de la empresa”, siempre con el tinte disciplinador del obrero o agente y evitando que este espíritu emprendedor del individuo lo sacara de la fábrica. Esta idea de tener mi propio emprendimiento (empresa) significa la intención de aumentar mi capital global para trasladarme ascendentemente dentro de la estructura de capitales. Pero igualmente Bauman y Larrondo establecen que la sociedad es hoy de consumidores y dejan de lado el principio estructural que nos ubica en una clase por nuestro trabajo, para ser lo que consumimos nuestro punto de partida y lo que marca nuestra trayectoria. El elemento disciplinador no es ya la fábrica, es lo que tenemos para usar, y nuestro enclasamiento se dará por nuestra capacidad de consumir más y más rápido, que es la preocupación actual de quienes son grandes proveedores de bienes y servicios. No importa hoy nuestro capital social o cultural. En definitiva, nuestra pertenencia a nuestra clase se da por lo que mostramos que tenemos y cómo nos gratificamos con su uso. 

Podemos agregar que esta sociedad es equiparable a la sociedad industrial avanzada de Hebert Marcuse, que sufre por el avance tecnológico capaz de satisfacer en forma inmediata las necesidades de los sujetos, en una forma organizada, con concentración de capital en grandes proveedores. Los usuarios pierden independencia en el pensamiento o crítica básica al momento de alguna oposición a las necesidades “impuestas” por los proveedores, es decir, pierden racionalidad; a diferencia de Marcuse, quien nos manifiesta que en la centralización de la producción de bienes útiles y necesarios la voluntad humana no se vería afectada en su autonomía, cuestión que no comparto. La centralización de la producción de bienes se puede representar en el oligopolio de grandes corporaciones en este siglo que, además de proveernos bienes vitales, genera la necesidad de adquisición de aquellos superfluos o innecesarios. Es decir, satisfacen necesidades “verdaderas” o “falsas”, sobre todo estas últimas.

La sociedad industrial avanzada de Marcuse es la de consumo actual. La racionalidad del consumo es en realidad la irracionalidad del mismo. Y, en definitiva, es una forma de control social equivalente al sistema disciplinador de la fábrica en la industrialización inicial de la humanidad.

La irracionalidad a la hora de determinar qué bienes adquirir a los fines de ascender dentro de nuestro grupo social nos llevará a la utilización del crédito por no tener los recursos necesarios para la adquisición inmediata elementos que satisfagan nuestras necesidades. Es aquí que ingresará el sobreendeudamiento en el afán de llevar nuestra trayectoria a un grupo de clase más elevado o incluso ser dominantes dentro del propio. Ya que, más allá de que los agentes originales de un grupo modifiquen las prácticas de pertenencia, igualmente trataremos de cumplirlas, por lo que modificar y aumentar nuestro capital social nos puede llevar a contraer obligaciones que se transforman en una espiral infinita y afectan una proporción del ingreso del sujeto que puede implicar que sus emolumentos dirigidos a la cancelación de créditos contraídos terminen impidiendo la adquisición de aquellos vitales para él y su grupo familiar, tomando los conceptos de Javier Wajntraub (2017). 

Es aquí donde producidas estas “desviaciones” que nos alejan del consumo racional, generalmente inducidas por los principales proveedores del mercado, hacen indispensable la necesidad de contar con un sistema normativo de protección del consumidor/usuario y diseñar una intervención del estado que debemos tratar en forma independiente haciendo dialogar al derecho y otras ciencias sociales.

En palabras de Alfredo Carballeda6 (2018), en sus clases del Seminario de Historiografía de la Intervención Social (Maestría Pol. Sociales, cohorte 2018), tratar el sobre endeudamiento es reconocer la existencia de un problema social, puesto en la agenda pública con la implementación de su respectiva política representada en el art. 43 de la Constitución de la Nación Argentina, la ley 24.240 y sus modificatorias, la legislación provincial, para ser luego institucionalizado y desencadenar la intervención local de la autoridad que busca la corrección del flagelo.

4.- La protección del consumidor y usuario (el agente/sujeto)

El sujeto en la búsqueda de mantener o reproducir su capital económico será beneficiado por los principios del derecho del consumo frente a la parte fuerte de la relación jurídica para evitar su desplazamiento a zonas marginales de su grupo o directamente su expulsión.

Se intenta igualar las condiciones de contratación de aquellos sujetos cuya estructura de capitales es débil frente a las grandes corporaciones que tienen claramente posiciones dominantes y la capacidad de imponer sus condiciones a los dominados, en términos de la teoría de Boudiere.

Reglar el crédito frente a un dinero que se obtiene con cuentagotas frente a la tendencia de obtener bienes con inmediatez es proteger al débil, y que su trayectoria no sea predefinida al fracaso por la imposición de condiciones leoninas por parte de los proveedores que poseen un capital global superior a los individuos y sus grupos familiares.

La implementación de la política y el sistema jurídico de protección del consumidor y usuarios la podemos clasificar por medio de las distintas ciencias sociales. El análisis de sistema convencional internacional y la adaptación de la legislación local forman parte del régimen social argentino, que junto a la actuación estatal son materia para tratar en otro texto, donde por medio nuevamente de la sociología especialmente se podrá desarrollar. Pero aquí lo que se busca es tratar de aproximar una explicación del comportamiento de las personas relacionado con el consumo y el sobreendeudamiento desde la óptica de ciencias sociales distintas al derecho que dialogan con este.

Es importante entender el comportamiento de los miembros de la sociedad para obtener una mejor comprensión del sistema jurídico-social, lo que nos permitirá enriquecer el ejercicio de la profesión y no ver a otras disciplinas como simples auxiliares de nuestra tarea diaria.

5.- Bibliografía

Álvarez Larrondo, Federico M. (Dir.) y Rodríguez, Gonzalo M. (Coord.) (2017). Manual de Derecho de Consumo, Fundamentos – Constitucionalización…. Buenos Aires: Errius. 

Bourdieu, Pierre (1979). La Distinción, criterio y bases sociales del gusto. Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A.

Garrone, José Alberto (2004). Diccionario Manual Jurídico Abeledo – Perrot. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Lorenzetti, Ricardo Luis (2009). Consumidores, 2ª ed. actualizada. Santa Fe: Rubizal-Culzoni.

Marcuse, Hebert (1993). El Hombre Unidimensional, Ensayo sobre la ideología de la sociedad Industrial avanzada. Buenos Aires: Planeta Argentina S.A.I.C.

Rodríguez, Agustín W. y Galetta de Rodríguez, Beatriz (2008). Diccionario Latín Jurídico, locuciones latinas de la aplicación jurídica actual. Buenos Aires: Ed. García Alonso.

Stiglitz, Gabriel A., Álvarez Larrondo, Federico (Dirs.) y Rodríguez, Gonzalo (Coord.) (2013). Derecho del Consumidor, Problemática general del régimen de defensa del consumidor. Buenos Aires: Hammurabi S.R.L.

Wajntraub, Javier H. (2017). Régimen Jurídico del Consumidor, comentado (ley 24.20 comentada), 1ª ed. revisada. Santa Fe: Rubizal-Culzoni. 

1 Zygmunt Bauman (1925-2017) fue un sociólogo, filósofo y ensayista cuya obra aborda el estudio de las clases sociales, el socialismo, el Holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de modernidad líquida

2 Árbitro Titular del Colegio de Abogados del Departamento Judicial de Mar del Plata y abogado (Universidad Nacional de Mar del Plata). 

3 Pierre Félix Bourdieu (1930-2002) fue un destacado representante de la sociología contemporánea. Reflexionó sobre la sociedad e investigó en forma sistemática aspectos de la cotidianidad. Algunos conceptos claves de su teoría son los de habituscampocapital cultural o instituciones

4 El habitus es uno de los conceptos centrales de Bourdieu. Por tal podemos entender disposiciones o esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a la posición social. 

5 Hebert Marcuse (1898-1979) fue un filósofo y sociólogo alemán. Su pensamiento se fundamentó en elementos del marxismo y el psicoanálisis, y constituye una crítica de la sociedad industrial, cuyo carácter represivo y alienante incorpora a la clase obrera, la conforma y la convierte a su vez en explotadora indirecta de las clases marginadas de los países pobres. 

6 El profesor Alfredo Juan Manuel Carballeda es licenciado en Servicio Social egresado (UBA, 1980); diplomado superior en Ciencias Sociales con mención en Sociología (FLACSO, 1998) y magíster en Trabajo Social (UNLP/PUC de San Pablo, 1999). Es docente investigador y fue docente titular de varias instituciones académicas.

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